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Sinopsis oficial
El canto del lobo
El hombre del oído prodigioso es el único que puede evitar una guerra. Sólo hace falta que el resto escuche.
Crítica
Oído de oro fino
Un mundo en tensión, con puntos calientes objeto de confrontación entre grandes naciones. Un submarino nuclear francés, “El Formidable”, navega frente a la costa siria, creyendo detectar un submarino ruso, o tal vez iraní; “Calcetines”, un hombre de oído excepcional, es clave para reconocer la procedencia de los sonidos que se captan en el fondo del mar. Mientras, al norte, en Finlandia, los rusos juegan a la provocación. En este escenario, se produce un error que puede ser sólo el prólogo de una guerra nuclear.
Ambiciosa superproducción francesa, El canto del lobo se encuadra en el popular subgénero de películas de submarinos, en que se encuentran presentes elementos como los espacios cerrados y la claustrofobia, los momentos de alto nerviosismo, los gritos, las órdenes y los protocolos que no pueden ser cuestionados en una situación de crisis. En tal sentido, la gran novedad es que hablamos de submarinos franceses, el citado “El Formidable” y “Titan”. Más cuestión del hombre de oído fino, algo, nunca oído hasta la fecha, si se me permite la broma. Escribe y dirige el film un inesperado Abel Lanzac, conocido sobre todo por su cómic “Quai d’Orsay”, llevado al cine por Bertrand Tavernier en Crónicas diplomáticas.
Quizá algo largo, y con momentos de bajada de ritmo –el tiempo que “Calcetines” recala en Tierra y se queda “coladito” por la chica que le atiende en una librería–, logra en cualquier caso mantener la atención, sobre todo en el último tramo, la crisis nuclear, y al principio, cuando un submarino sufre un ataque desde el aire. Hay un plantel de buenos actores, a los que toca dar matices a las dudas y reacciones sobre el modo de actuar bajo presión.
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