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Sinopsis oficial
Amy tiene once años, vive con su madre, Mariam, y su hermano pequeño, y todos aguardan la llegada de su padre de Senegal. A Amy le fascina la desobediencia de su vecina Angelica y el descaro de su grupo de baile, todo un contraste con los valores tradicionales de la estoica Mariam. Impermeable al desánimo pese al brutal rechazo inicial de las otras niñas y ansiosa por escapar de una familia al borde del colapso, Amy consigue —gracias a la toma de conciencia de su incipiente feminidad— que el grupo adopte con entusiasmo unas rutinas de baile cada vez más sensuales, alentando el deseo de las niñas por saltar a la fama en un concurso de baile local a base de movimientos sexis.
Crítica
Yo quiero ser como mis compis guay
Una de esas películas didácticas y condescendientes, que ha levantado mucha controversia porque utiliza niñas de once años para lanzar su “mensaje”.
Amy es una niña de once años de origen senegalés, cuya madre y demás parientes la han educado en la piedad musulmana y en el mantenimientos de costumbres que le ayuden a vivir el pudor. Pero a ella le llama atención su vecinita Angélica y el resto de su grupo de “guapis”, que llevan ropa ceñidísima, enseñan el ombligo y se contonean en sus bailes. Sin que lo sepa su madre empezará a frecuentarlas y a adoptar sus costumbres, lo que incluye la participación en un concurso de danza donde ellas serán, de lejos, las más jóvenes participantes.
Maïmouna Doucouré, guionista y directora debutante en el largo, parisina de origen senegalés como la protagonista de su film, fue premiada en el Festival de Sundance por este film. La narración es correcta, y las niñas se muestran muy naturales, pero se entiende que haya dado pie a un encendido debate.
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